viernes, 19 de diciembre de 2008

Sin City: The Movie


He aquí un texto nunca publicado. He encontrado el momento ahora que estoy releyendo la novela.


Escenarios austeros e incompatiblemente espesos desde el punto de vista racional; en consecuencia, geniales desde una óptica que se deje seducir por la brillantez artística. Excepcional uso de la luz como elemento argumental de pasmosa densidad. Tecnología de punta aplicada con la antitética finalidad de volverlo todo tan rústico y simple como sea posible. La fuerza está en el argumento, parecen decirnos las parcas imágenes al tiempo que nos guiñan el ojo sabiéndose portadoras de una titánica potencia dramática.

Movimientos de cámara lentísimos, limitados a lo estrictamente necesario en la narración, volviéndola sorprendentemente circular aún para el profano que desconociera hasta ese momento la obra de Miller.

El uso sublime de los blancos y los negros: la nívea sangre provocando un efecto más impactante que si se hubiese hecho uso del más encendido grana. Los colores sólo son usados cuando hay que reforzar hasta el infinito los sentimientos: la cama roja en forma de corazón en donde Murph conoció el amor de Goldie, el horrible amarillo que representa la maldad extrema del violador pedófilo protegido por el poder consanguíneo, algunos hilos de sangre en sólo determinados momentos, en sólo determinados personajes; algunos otros detalles cómo la bendita “medicina” del mismo Murph o la angelical persona de Wendy.

Sin City es una magistral obra que no se puede considerar con ligereza como simplemente un filme. Sin City es un ejercicio creativo irrepetible pues carece de un antecedente en el terreno del cine. Y es así debido a que se nutre de otras artes. Sin City es una novela gráfica en movimiento, aclarando que este calificativo es sólo descriptivo, pues para hacer justicia a su calidad, el nivel de lenguaje tendría que ascender a lo poético. Está totalmente alejada del cine convencional basado en historietas que basa su realización en efectos especiales y tecnologías de punta. Si estos mismos instrumentos fueron usados en Sin City, lo fueron con la paradójica intención de no notarse.

Los códigos morales y su individualización como contrapeso y paradójico complemento de los valores universales y su permanencia sempiterna hasta los días finales del género.

Los verdaderos héroes: defectuosos, erráticos, extraviados, maniacos, perdedores; humanos.

La crudeza de nuestros días y la heroíca permanencia en este mundo absurdo. La poética brutal de la acritud. Y encima de todo el amor sin cursilerías. El suicidio del anciano Hartigan y la tortura máxima aceptada por el recio Murph, ambas cosas por amor. Por un amor espontáneo o alimentado a través de los duros años de encierro. Sin City es la más bestial y hermosa historia de amor.

A raíz de la proyección de la película en nuestro país surgieron reacciones de las autoridades, censurándola por promover conductas negativas como la violencia y el vicio. La ficción es una caricatura comparada con esta ciudad de México viciosa y aterradora. Sólo que aquí, en la dulce realidad, los personajes no suelen ser tan carismáticos.

martes, 9 de diciembre de 2008

¡¡¡A las 2:30 a.m.!!!

La realidad asfixia. La realidad oprime, inmoviliza. Sin embargo, es este entorno único en el que uno puede permanecer con cierta certeza de poder seguir haciéndolo. La otra alternativa es agazaparse detrás del propio cerebro: divertido habría de ser pero insuficiente para proveerse de tacos de suadero y Coronas Mega. ¿Paliativos necesarios por la opción elegida? No, la realidad no se elige, se acepta. Y no son paliativos: son aficiones cotidianas a las que nos ha orillado el alienante sistema...
...Y vio Dios que eran buenos. Abur...