sábado, 3 de enero de 2009

Encrucijada...

Sin embargo, puedo decir que no me encuentro en ella...La dirección ha sido decidida...

¿Cómo imprimirle el sentimiento real a un texto?, ¿Cuáles son las cualidades mágicas de lo literario que a partir de abstracciones puede llegar a ser conmovedor?

Antes de continuar con el ejercicio inquisitivo, mencionemos la cuestión central:

He dejado de beber. Un año es mi pretensión. Y conociéndome a profundidad (tantos y tantas que piensan lo mismo y no tienen la menor idea de lo lejos que están de un conocimiento algo más que parcial) se que habrá de ser así.

¿Qué es lo que me motiva a una decisión tan radical?, ¿Qué ha sucedido en mi vida a partir del alcohol, como para atreverme a renegar de él?, ¿Es realmente un reniego, es una urgencia, una necesidad imperiosa, un truco barato, un experimento con altas posibilidades de fracaso?

Los primeros años de mi vida, los primeros veinte para ser exactos, estuvieron exentos de cualquier intensificador de emociones que se tuviese que ingerir, untar, inyectar o introducir...

Aún hoy, once años después, no me he untado otra cosa que Lonol, no me he inyectado nada que no sea penicilina y puedo relajada y convencidamente afirmar que no tengo la mínima intención de introducir algo dentro de mi íntegra persona.

Sin embargo, puedo decir que he ingerido cantidades prohibitivas de alcohol. Obscenidades inéditas para millones y millones de buenos bebedores. He bebido demasiado.

He bebido demasiado de la vida.

No, nunca la he arriesgado; no he disparado un arma más de dos veces y no acostumbro meterme en problemas. No conozco el mundo más allá de una parte de Centroamérica. No se andar en motocicleta. Las mujeres que he tenido son tan pocas que casi bastan los dedos de las manos para contabilizarlas. No conozco a nadie de la farándula. He ido al teatro unas cinco veces. No sé bailar salsa. Mi inglés es aún demasiado deficiente. A los treinta y un años de edad no poseo ningún bien material que no vaya más allá de unos cuantos libros. Abandoné la universidad dos años antes de finalizarla. Muy pocos de mis amigos ostentan un grado académico notable. No conozco las calles del Distrito Federal; tampoco sus bares ni los antros de moda...

Sin embargo, lo reitero: He bebido demasiado de la vida. He tenido una trayectoria etílica tan intensa que puedo afirmar sin temor a sonar sobrado que seis cabrones juntos aún me quedarían a buena distancia...



(((Continuará muy pronto)))

No hay comentarios: