miércoles, 22 de abril de 2009

Watchmen. La Película.


Siendo un seguidor ferviente y constante del arte secuencial gráfico (término altamente rimbombante para referirse al cómic, quizá como una extraña especie de coraza para defender nuestra madurez ante todos aquellos que sin conocer dicho arte denigran de forma inmediata a quienes de este gustamos), después de años de consumo irreflexivo, me encuentro hace unos doce años con un ejemplar de Sin City que había sido lanzado en mi país, en una edición más bien pobre y poco fiel al formato y arte originales. Me aluciné.

La impresión que creo en mí esta obra fue de total admiración y un deseo incontrolable de tener ya en mis manos alguna obra más de Miller para devorarla sin concesiones. Hablemos de que en aquel entonces mi espíritu y capacidades críticas eran mucho más modestos aún de lo que son ahora, llegando casi a su total inexistencia, sin embargo, contaba con una intuición muy despierta que me hizo darme cuenta que me encontraba ante algo muy diferente y bastante superior en el aspecto cualitativo a lo que yo conocía hasta ese momento, y así fue, mi convencimiento fue total en el sentido de que me encontraba ante una obra maestra.

Hace unos años conocí de la existencia de Watchmen y tiempo después me acerque a ella. En ese periodo entre la lectura de Sin City y el acercamiento a la obra de Moore, tuve la oportunidad de acercarme a muchas propuestas bastante interesantes dentro del desarrollo del noveno arte, muchas de ellas en mi país y de forma bastante particular al trabajo de un tal Edgar Clement, al que conocía casi desde mi infancia y que tuve la oportunidad de revisar nuevamente cuando una editorial nueva y arrojada se arevió a reimprimir su trabajo fundamental: Operación Bolivar, eso sí, hay que decirlo, a un precio prohibitivo y en un formato casi de juguete. Sólo por no dejar de mencionarlo, dicha obra de Clement nos relata un enfrentamiento entre policías judiciales y arcángeles monumentales, amén de que también está involucrado el siempre infaltable ejercito gringo. Entre referencias a las culturas prehispánicas y a drogas duras desarrolladas a partir de los huesos y carne de las criaturas divinas trancurre la aventura más delirante que haya tenido lugar en pleno corazón de la centenaria Ciudad de México.

Teniendo unos referentes bastante más interesantes que los que poseía en mi acercamiento a Sin City, Alan Moore me pasmó con su propuesta.

Desde el primer capítulo de la saga de Watchmen quede deslumbrado con ese guión extravagante que nos presentaba a las superhéroes plagados de debilidades y defectos, el dinamismo de un guión que transcurre con una fluidez impresionante aún en todos aquellos momentos en que carece de diálogo y que es apoyado en el excelente trabajo gráfico desarrollado por un magistral Dave Gibbons. Puedo decir mucho acerca de la obra gráfica,sin embargo, se que existe gente mucho más calificada para eso y me atrevo simplemente a recomendarla ampliamente no sólo como un divertimento, sino como una experiencia de acercamiento al arte que trastocará muchos de los pilares fundamentales de la constitución moral del lector.

Cuando supe que iba a ser adaptada Watchmen inmediatamente la vaticiné como una operación fallida, ¿Cómo adaptar un trabajo netamente gráfico al lenguaje cinemático? Tarea realmente imposible la que se han propuesto, pensé, habrá que ver el churro que nos ofrecen.

Cuando me enteré que el encargado de llevar a cabo dicha hazaña que se me antojaba imposible era Zack Snyder, el mismo que había adaptado de forma magistral 300, mis dudas comenzaron, pero siempre ganaba la certeza de que no lograría un buen trabajo, pues watchmen no es 300, cuya versión en novela, que es ciertamente otra genialidad, se podía utilizar perfectamente como storyboard sin hacer prácticamente ningún cambio o ajuste; Watchmen es un trabajo mucho más complejo. No lo lograrán, pensaba.

Acudí a la sala de proyección dos días después del estreno, con unas expectativas muy reducidas y dispuesto a divertirme lo más posible.

Watchmen, la película, es fenomenal. Respeto mucho la postura de Alan Moore, él es el creador de la obra y en vista de lo que han hecho con su trabajo en ocasiones anteriores, está en todo su derecho de deslindarse de apoyar moralmente a todo aquel que quiera experimentar con adaptaciones de sus trabajos, sin embargo, pienso que si esas experimentaciones derivan en resultados de la talla de lo que encontarmos en esta ocasión, bien se permite brindarles una oportunidad.

Watchmen, la película, es una entidad aparte de la novela gráfica. Es desde ésta de donde parte, pero reduce su universo a las posibilidades que le otorga el arte cinematográfico y expande al máximo sus capacidades al virtuosisimo que paradójicamente le ofrece este mismo universo creativo.

No voy a hablar más de ella, lo importante es otorgarle una oportunidad y disfrutarla, encontrar las diferencias y entender que en cada ocasión esas diferencias son un acierto.

Watchmen, la novela, alcanza, desde mi subjetivo punto de vista, apenas en sus primeros momentos el status de obra maestra.

Watchmen, la película, es, desde ya, una agradable sorpresa en este universo de obras hechas al vapor y sin el mínimo cuidado ni el más mínimo feeling.

Disfrutemos de ambas y celebremos sus diferencias.

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